A lo largo de los años, hemos tenido el privilegio de ayudar a muchos cantantes a mejorar su técnica vocal y a descubrir el potencial que Dios les ha dado a través de su voz. Pero hoy queremos compartir un testimonio muy especial que nos conmovió profundamente y que nos motivó a hacer esta clase accesible para más personas.
María es una joven cristiana que siempre soñó con cantar en la iglesia, pero a pesar de su pasión por la música, constantemente enfrentaba dificultades al interpretar alabanzas. Se fatigaba rápidamente, su voz se quebraba en las notas altas y, en ocasiones, sentía que no lograba transmitir con claridad el mensaje de cada canción.
Una tarde, después de una presentación donde sintió que su voz no respondió como ella esperaba, decidió buscar ayuda. Fue entonces cuando encontró nuestra escuela de música, Opus Ethica, y comenzó a aplicar lo que hoy queremos compartir contigo en esta primera clase.
Cuando María llegó a su primera sesión, notamos algo muy común en muchos cantantes: su postura era rígida, sus hombros estaban tensos y, sin darse cuenta, bloqueaba su capacidad respiratoria. Le explicamos que una buena postura hace una gran diferencia en la calidad vocal, ya que nuestro cuerpo es el instrumento a través del cual se proyecta nuestra voz.
Cuando estamos sentados, es importante elegir una silla firme y sentarnos cerca del borde, permitiendo que nuestra espalda se mantenga erguida sin apoyo excesivo.
Muchas veces, cuando nos recostamos completamente en el respaldo, reducimos nuestra capacidad respiratoria y dificultamos el control del aire. María solía encorvarse cuando cantaba, lo que hacía que su voz sonara débil y con poca proyección. Pero cuando empezó a sentarse correctamente, notó cómo su respiración mejoraba y su voz adquiría mayor estabilidad.
Si cantamos de pie, es fundamental alinear las rodillas con el ancho de los hombros, manteniendo una postura estable y relajada. Una postura rígida genera tensiones que afectan la resonancia y la libertad vocal.
Al corregir esto, María descubrió que cantar se volvía mucho más natural y fluido, sin sentir el agotamiento vocal que antes la limitaba.
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Para ayudar a eliminar la tensión en el cuerpo, trabajamos con ejercicios sencillos pero efectivos. Uno de ellos, que María encontró muy útil y que hoy queremos compartir contigo, consiste en lo siguiente:
Sube los hombros lentamente hasta la altura de las orejas.
Mantén la posición durante unos segundos.
Suelta los hombros de golpe y siente la diferencia entre tensión y relajación.
Este pequeño ejercicio ayuda a liberar la tensión acumulada en el cuello y los hombros, permitiendo que la voz fluya con mayor naturalidad.
Después de practicar este ejercicio varias veces, María notó un cambio significativo en su voz. Su canto se volvió más claro, más expresivo y más potente, lo que le permitió liderar la alabanza con mayor confianza y emoción.
Uno de los errores más comunes al cantar es tensar el cuello o encorvar la espalda, lo cual bloquea la resonancia y limita la proyección vocal.
En la iglesia, muchos cantantes están tan enfocados en la emoción del momento que olvidan estos detalles técnicos, afectando su interpretación. Al corregir su postura y aprender a relajarse, María pudo disfrutar más de cada alabanza, conectándose con Dios y con la congregación de una manera más profunda.
María se sintió tan agradecida por lo que aprendió que quiso compartir su experiencia con más personas. Su testimonio nos inspiró a hacer esta clase accesible para todos, porque sabemos que hay muchos otros cantantes que pueden estar enfrentando los mismos desafíos.
Si alguna vez has sentido que tu voz se cansa demasiado rápido, que no logras alcanzar las notas con seguridad o que no puedes proyectar tu voz con claridad, queremos invitarte a aplicar estos principios y descubrir la diferencia que pueden hacer en tu canto.
Dios nos ha dado el don de la música para alabarlo y bendecir a otros, y con la técnica adecuada, podemos hacerlo con mayor excelencia y pasión.
Si quieres seguir aprendiendo más técnicas para mejorar tu voz, te esperamos en nuestra escuela de música, Opus Ethica.
¡Que Dios bendiga tu voz y tu talento!
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